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Fronteras del diseño en el sector social

Fronteras del diseño en el sector social

  ngela Rodrguez -

  11 de junio de 2021

El diseño social es como montar bicicleta, una vez lo aprendes no se te olvida y, en lo personal, no deja de gustarte. Siendo diseñadora industrial he logrado conocer mi país de formas que de otra manera no lo hubiera hecho.

He conocido personas increíbles de diferentes oficios, profesiones y lugares, también me he enamorado de otras áreas del conocimiento que, de no ser por el diseño social, no hubiera conocido; todo esto, gracias a las fronteras del diseño en el sector social que cada vez nos invitan más a cruzarlas.

Muchos se preguntan o asumen que trabajar en el sector social puede no ser lucrativo para el desarrollo de una carrera laboral exitosa. Desde mi experiencia, puedo dar fe de que en cualquier espacio se necesitan diseñadores y, en el sector social, son indispensables, reconocidos y, por supuesto, remunerados, pues, para quienes trabajamos para comunidades, específicamente para volver realidad sus proyectos productivos, el diseño resulta ser mucho más que la cereza del pastel. Se requiere de un trabajo planeado y consciente para lograr configurar y volver realidad ideas que el diseño puede hacer que sean exitosas, competitivas o visibilizadas. Esto va desde el diseño de una marca, una colección completa de productos, hasta el diseño de metodologías participativas, si tomamos en cuenta el pensamiento de diseño como herramienta para la solución de diferentes situaciones. El diseño está donde se necesite, incluso cuando se cree que no, pues los diseñadores contamos con habilidades que, más que decorativas o perfeccionistas, conducen y reconfiguran el valor; es así como en mi ejercicio previo y durante mi paso por la Corporación Mundial de la Mujer Colombia he descubierto que es nuestro deber como diseñadores llevar esas habilidades a diferentes espacios y, sobre todo, a aquéllos en donde más lo necesitan. Trabajar en el sector social no es trabajar gratis, es trabajar con un propósito humano, de forma consciente y con cuidado.

Ahora bien, el diseño social es una dimensión abierta a quien quiera conectarse con un propósito colectivo y aportar a él desde su conocimiento y, al mismo tiempo, abriendo la puerta a nuevas experiencias, culturas, paisajes e historias, que una vez entran en nuestra mente y corazón, nos permiten sensibilizarnos para desarrollar procesos conscientes, estratégicos y con cuidado. Esto permite que el diseño pueda aportar en gran medida al sector social para la acción sin daño, incluso podemos evidenciar lo que algunos llamamos diseño estratégico, un ejercicio de diseño bajo una mirada holística y sistemática que permite aportar soluciones únicas y aterrizadas al contexto, a través de herramientas y métodos propios del pensamiento de diseño. En línea con esto, en el Centro de Diseño e Innovación de la CMMC nos hemos conectado con las comunidades para trabajar con y para ellas, nos hemos sensibilizado y creado una cultura de proyecto social para aportar soluciones a las comunidades que han transformado sus realidades productivas, financieras, de mercadeo y de calidad de vida. De esto puede dar cuenta una bitácora de diseño llena de historias que cuentan, por ejemplo, que nos hemos enamorado del Pacífico colombiano y gracias a eso pudimos trabajar con mujeres artesanas indígenas wounaan nonam, sacar una colección de productos artesanales, crear una marca con ellas y dejarles capacidades instaladas para que sigan siendo próspera. Que hablen también de nuestro amor por la neurodiversidad para trabajar diseño participativo de marcas, insumos gráficos y hasta diseño de servicios con un parche de jóvenes talentosos con diferentes iniciativas productivas; u otra de mis historias favoritas que apenas inicia, enamorarse del food design y con este llegar a conocer y aportar al desarrollo económico local de territorios como el Guaviare, con una biodiversidad cultural tan profunda como la de nuestra Colombia.

Para cerrar, mi mensaje es una invitación a cruzar fronteras, esas que a veces nos dicen que hasta allí puede llegar nuestro trabajo, pero que, una vez las cruzamos, nos abrimos a un mundo de posibilidades que no solo nos harán crecer como personas y profesionales, sino hará que aportemos a nuestro territorio y a su vez seamos prósperos en él.