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  Natalia Manrique - Lider de Diseño de Producto

  09 de abril de 2021

Un relato vivo sobre la relación entre el diseño y la cultura

El diseño en su quehacer, analiza la relación entre el individuo, el contexto en el que se encuentra inmerso, las actividades que realiza y los artefactos involucrados en su ejecución; siendo capaz de comprender las relaciones simbólicas existentes entre estos elementos y llegando a un entendimiento del diseño generador de nuevas interacciones que refleja en un resultado tangible o intangible un proceso creativo enfocado a satisfacer una necesidad o deseo concreto, modificando el actuar de las personas y resignificando su cotidianidad constantemente.

Un ejemplo de esto es Kaphan, la marca de artesanías creada por la mujeres indígenas de la comunidad de Puerto Pizarra en el Valle de Cauca, quienes mediante un proceso de co-creación realizado con el Centro de Diseño e Innovación de la Corporación Mundial de la Mujer Colombia, lograron materializar sus ideas combinando su tradición tejedora e innovando por medio del desarrollo de nuevos productos (carteras) y una implementación óptima de las fibras naturales (werregue y chocolatillo) dentro de su diseño. Este ejercicio de diseño demuestra cómo se puede lograr la resignificación de un quehacer en relación con el tiempo y el espacio preservando la cultura y haciendo uso del diseño como medio, no como fin último de este proceso.

Uno de los aspectos importantes dentro del proceso de diseño es la funcionalidad. Normalmente este concepto es abarcado desde el uso, en especial de los objetos, pero para efectos prácticos del entendimiento de la cultura el diseño debe trabajar la funcionalidad en términos de utilidad y significado como lo plantea John Heskett en su libro El diseño en la vida cotidiana. Pensar este concepto desde esta perspectiva permite entender los significados que dan las personas a través de su interacción cotidiana con los objetos en un contexto específico. Estos significados constituyen la realidad de las personas y son capaces de reafirmar, transformar e incluso transgredir la cultura y todo lo que hace parte de ella. Este tema no se debe tratar a la ligera, especialmente hoy, cuando es posible adquirir un objeto diseñado en cualquier parte del mundo gracias a la globalización y las dinámicas económicas de los países que permiten una “comercialización libre”.

Al igual que la cultura, cualquier objeto está sujeto a cambios. La descontextualización y resignificación de estos, puede tener consecuencias inimaginables en las prácticas culturales. Los objetos o productos no son inmutables y en gran medida su significación depende del tiempo y el espacio en el que se encuentren presentes. Esto lleva a cuestionar la forma en cómo se diseña, apostando a hacerlo desde la multiplicidad cultural, partiendo de las tradiciones y entendiendo los modos de vida de cada grupo humano, al considerarse la red de significados que los compone y las interacciones entre la intencionalidad del diseñador y las necesidades de las personas, lo que puede llevar una verdadera reivindicación y visualización de las prácticas culturales.

Al hablar de reivindicar una práctica cultural desde el diseño no solo se está hablando de rescatar una tradición que se ha venido olvidando con el paso del tiempo, va mucho más allá, se refiere a dignificar las acciones cotidianas de un grupo de personas, garantizando su óptima realización,; También a entender los diferentes actores que intervienen en el quehacer de una comunidad y a brindarles una remuneración justa por su trabajo. La reivindicación desde el diseño se puede ver igualmente desde que un producto artesanal sea capaz de competir en todos los aspectos en un mercado y a valorar el conocimiento propio de los pueblos generando nuevos conocimientos a partir de ellos. El campo de acción del diseño es más amplio de lo que se ve a simple vista. Posibilita a través de su manera de proceder, llevar la teoría a la práctica de una manera diferente y co crear junto a las personas, partiendo desde sus vidas sus contextos, sus recursos, sus realidades; nuevos escenarios en donde es posibles visualizar y reivindicar la importancia de las prácticas culturales.

Lo anterior muestra cómo el diseño se constituye en una herramienta para la visualización y reivindicación de las prácticas culturales, partiendo del entendimiento del ser humano y sus necesidades; cocreando con otras disciplinas, brindando una oportunidad de crecimiento desde los estudios culturales; visibilizando la necesidad de tomar al ser humano como elemento de estudio del diseño y replantear el objetivo del proceso creativo.